El sector pesquero aplica innovaciones tecnológicas para reducir sus facturas energéticas, mediante boyas con inteligencia artificial (IA), barcos arrastreros con puertas voladoras o micrófonos en las piscifactorías para escuchar a los langostinos mientras comen.
El ahorro en carburante y la reducción del impacto ambiental son los objetivos principales de los cambios tecnológicos que se abren camino en la pesca y en la acuicultura internacional, aunque el grado de implantación de la IA y otros progresos diverge mucho según el tipo de flota o el tamaño del barco.
El avance digital es imparable, pero según fuentes de las empresas tecnológicas, la apuesta es conseguir que la flota asuma esa innovación, necesaria por las nuevas normas de control de la Unión Europea (UE) y por la supervivencia económica y ambiental de la pesca.
Los ministros de Pesca de la UE acordaron en el Consejo informal celebrado en Vigo, este verano, impulsar medidas para la renovación de la flota, con vistas a que sea más moderna y emita menos emisiones de carbono.
Unos 61.116 buques componen la flota pesquera de la UE, 8.657 matriculados en España
La implantación de puertas voladoras con control electrónico y conectadas por cable avanza entre los arrastreros españoles.
Las “puertas voladoras” sustituyen a unas puertas que tradicionalmente han llevado los aparejos arrastreros y favorecen que el efecto de surco en el lecho marino sea menor, según explica el responsable del área técnica de Pesca de Simrad-Kongsberg, Ignacio Soler.
Se trata de dos planchas verticales, que pesan un 50 % menos que las puertas tradicionales y con un 30 % menos de superficie y que flotan, con lo que el arrastre es más ligero, el efecto “arado” en el fondo es menor y además se ahorra en combustible, según Soler.
Señala que esta tecnología, que la empresa nórdica introdujo en España en 2008, ha rebajado un 15 % el gasto en combustible de los barcos y asegura que la inversión en las puertas -que puede tener ayuda de la UE- se amortiza en uno o dos años.
La emplean buques de toda Andalucía -especialmente del golfo de Cádiz y el mar de Alborán, del sur de Portugal, de la Comunidad Valenciana, Baleares, Cataluña y algunos con base en Galicia que trabajan en Mauritania y Guinea Bissau; en puertos como Santa Pola (Alicante), la implantación es del 90 %.
Soler afirma que en tecnologías pesqueras la “velocidad del progreso es desbordante” pero el reto está en la capacitación de los profesionales y de la aceptación de los avances en un sector muy conservador.
Las boyas para la flota atunera destacan entre los avances digitales para la pesca, mediante inteligencia artificial o aprendizaje automático (“machine learning”), entre otras técnicas por las que han apostado las empresas Satlink y Marine Instruments.
Satlink, señala su director comercial, Pedro Vigil, proporciona a los atuneros boyas inteligentes con sensores que transmiten información sobre la cantidad de pescado y las especies en el agua, lo que permite al patrón de un barco tomar decisiones más informadas y trabajar con mayor eficacia.
La empresa desarrolla programas que llevan a bordo los barcos, a los que se está imponiendo cada vez más la IA, para las bases de datos sobre información oceanográfica y meteorológicas.
Vigil detalla que la flota atunera española es una de las más avanzadas y “la envidia a nivel mundial” en innovaciones, si bien los palangreros se están interesando cada vez más por estas tecnologías también.
Satlink también se dedica a otras conexiones digitales destinadas a medir el consumo de aceite o de combustible para que los buques ahorren y tengan que pasar menos tiempo en el puerto por averías.
Marine Instruments -con sede en Nigrán (Pontevedra)- comercializa también boyas inteligentes con ultrasonidos, que facilitan la estimación de pescado alrededor de los dispositivos agregadores de peces, objetos que se emplean para la captura atunera.
El director general de Marine Instruments, Gabriel Gómez, confía en que la IA o la inteligencia de datos (Big data) conviertan los océanos en “inteligentes”, al igual que ya se habla de ciudades inteligentes en tierra.