Un millón de bolas negras contra la sequía
El agua siempre estuvo vinculada a los orígenes de Combarbalá, una pequeña localidad situada en la región chilena de Coquimbo, a unos 350 kilómetros al norte de Santiago. Una de las hipótesis sobre su nombre afirma que en la lengua de los pueblos indígenas, el mapuche que adoptaron alrededor del 1500 las tribus molles y diaguitas, su significado provenía de las palabras ko “agua”, kam “lejos” y bala “pájaro acuático”: agua lejana con patos.
En esta región de clima semidesértico estepárico, con una sequedad atmosférica que roza el 50%, el agua es desde hace tiempo un recurso escaso y lejano, mucho más desde que Chile vive los efectos de la ‘megasequía’, un fenómeno inusualmente extenso en el tiempo y prolongado a lo largo de este país de excéntrica geografía, el más largo del mundo, con más de 4.329 kilómetros de longitud.
Las autoridades regionales de Coquimbo llevan tiempo tratando por todos los medios de cuidar el agua. Acostumbrados a usar camiones para abastecer a la población de agua potable durante los meses estivales, y ahora, durante otros períodos del año, la empresa Aguas del Valle que opera en Combarbalá apostó por una solución innovadora contra la evaporación: utilizar más de un millón de esferas de polietileno en cuatro piscinas para el almacenaje de agua potable.
Las esferas de color negro, 530 gramos de peso y 127 milímetros de diámetro, están rellenas de agua potable